sábado, 18 de junio de 2022

PASEO DE COLÓN

     PASEO DE COLÓN


Rodeo, como de costumbre, la estatua de El Cid y enfilo la Avenida de María Luisa.

Son las siete y media de una fresca mañana de febrero y el tráfico a esta hora es fluido, con lo que alcanzo en unos segundo el Costurero de la Reina y giro a la derecha para el paseo de las Delicias.

La radio mantiene la continua cháchara con que anoche enmudeció. Ni siquiera cambio de emisora, es inútil y a veces, de modo imprevisible, se oye alguna buena música.

Como ahora mismo, que suena “Traffic”, un grupo que se pierde en la memoria de lo que un día fue el “white blues”; la inconfundible voz de Steve Winwood compensa todas las rumbitas destiladas sin poso durante días.

Ante el semáforo en rojo a la altura de la Torre del Oro se ve un diáfano Paseo de Colón libre de coches hasta Reyes Católicos.

A la altura de Dos de Mayo me sobrepasa, a gran velocidad, una moto de alta cilindrada que viene sorteando a los coches que avanzamos.

Pero lo que el motorista, ni ninguno de los conductores que vamos en su misma dirección, puede esperar es que un coche pequeño, oscuro, haga un giro de ciento ochenta grados y enfile el Paseo de Colón en sentido contrario.

El intento del motorista por esquivar el coche es inútil y el tremendo impacto contra el Golf negro lanza al conductor, en una mortal parábola sobre el coche, para caer sobre el asfalto cinco metros detrás en una posición desmadejada.

Un sonido lúgubre, como un portazo lejano, se ha extendido alrededor.

Los vehículos nos hemos detenido inmediatamente, del Golf sale una mujer horrorizada cuyas piernas parecen incapaces de sostenerla, el motorista no se mueve, el casco permanece puesto, la moto está destrozada, la parte delantera del coche igual a la vez que emite una humareda culpable.

Acuden algunos viandantes y conductores; atónito y empujado por el sonido de un claxon tras de mí, inicio la marcha, el accidente queda a mi izquierda e intento no obstruir el tráfico.

Cuando minutos después cruzo a pie Adriano, he dejado mi coche aparcado en el Mercado del Arenal, hay dos vehículos de la policía local, dos agentes desviando el tráfico, otro agente intentando reconfortar a la conductora y a lo lejos suena una ambulancia.

El cuerpo del motorista permanece inmóvil en la calzada, en la acera empieza a formarse una masa de mirones y una manta, traída por no se sabe quien, cubre al accidentado.

Entro a la oficina.


Sevilla 18-06-2022

J.D.P.























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