jueves, 28 de octubre de 2010

LOMOS DE MERLUZA CON VINAGRETA DE TOMATE - Celia González (Recetas- 5) )

 Es un plato sencillo, para el cual hemos de contar con: cuatro lomos de merluza o pescadilla, limpios de espinas, pero con su piel, cuatro tomates rojos muy duros, aceite de oliva virgen, medio ajo, perejil, sal y pimienta.

En primer lugar picaremos, muy fino, el ajo y el perejil y lo colocaremos en un plato aparte.

En una bandeja de horno, previamente forrada con papel aluminio y untada con aceite de oliva, vamos colocando los lomos, a los que hemos salpimentado antes, con la piel hacia abajo.

Pelamos los tomates, les quitamos las semillas y picamos su carne en cuadraditos muy pequeños; una vez hecho los mezclamos con el ajo y el perejil y sal al gusto. A continuación colocamos sobre cada lomo una cuarta parte de la mezcla y rociamos con un chorro de aceite.

Introducimos la bandeja en el horno, ya precalentado, a 180º durante cinco minutos. Con mucho cuidado y con la ayuda de una espátula colocamos un lomo en cada plato.

Se pueden acompañar con espárragos verdes a la plancha o patatas panaderas al vapor.

Un albariño sería una excelente compañía ...si no tenemos, un ribeiro blanco no desentonaría.

miércoles, 27 de octubre de 2010

ENTRE LA PROMESA DEL VERANO Y EL FRÍO DEL INVIERNO

El autor, Leif G. W. Persson, nacido en 1945 en Estocolmo, ha sido durante una serie de años asesor del Ministro de Justicia sueco, y es catedrático de Criminología en la Dirección de la Policía Nacional de su país.

Inició su carrera con una trilogía escrita a finales de los 70 y principios de los 80, no traducida al castellano aún, y en 2002 volvió a la literatura con la novela que nos ocupa, primera de otra trilogía llamada El Declive del Estado del Bienestar, que continúa con “Otro tiempo, otra vida”, y que finaliza con “En caída libre, como un sueño”
Se puede considerar a Persson el cronista de la evolución de la sociedad sueca de los últimos años.
Si bien es posterior a los “padres” de la novela negra sueca (Maj Stöwall y Peer Wahlöo) es coetáneo con Mankell y anterior al “boom nórdico”en nuestro país.

Esta primera novela de la trilogía nos introduce en una Suecia que asiste impertérrita al descenso a los infiernos de un país ejemplo de conquistas sociales y modelo para los restantes países europeos; ( aquí sólo conocíamos el alto incide de suicidios, el cine de Bergman y las turistas en las Islas Baleares).

Persson nos desmenuza la vida y el ambiente de un país en que los miedos al Oso Ruso se han reconvertido en la xenofobia y el racismo hacia los emigrantes causantes del aumento de la delincuencia y que constituyen, vía los kurdos, la máxima amenaza social-política.

El retrato de una policía corrupta e incompetente que dedica su tiempo a mirarse el ombligo y su espejo inverso Jarnis y Johannson quienes se mantienen en base a la nostalgia del “buen hacer del buen policía”.
Todo lo demás, el espionaje dentro del espionaje, la política omnipresente, el conservadurismo, parece que innato en todos los cuerpos de seguridad y las zancadillas del poder, sirven de fondo al asesinato del primer ministro – Olof Palme- por los grupos de la reacción. Un asesinato que queda impune y que nos mantiene en un invierno largo y frío.

El telón de la historia se abre con el sucidio aparente de un estudiante que se lanza a través de una ventana; después la investigación del caso por un policía escrupuloso que destapa una caja de Pandora de incalculables consecuencias.

domingo, 24 de octubre de 2010

FRÍO (Relatos - 1)

Me duelen los huesos. Hace frío.
Con los años el frío se siente más.
Mañana hacen ocho años que se me murió mi Antonia.
Después me trajeron aquí
No creo yo que haya habido un hombre que haya querido más que yo a mi Antonia. Y ella a mí. Y nos respetábamos. En un matrimonio si no hay respeto…es la ruina.
Algunas noches, cuando venía del bar, mi Antonia se ponía “siesa” y me faltaba al respeto. Entonces yo, que aprendí de mi padre que eso no debe pasar nunca, me calentaba un poco y… se me iba la mano; pero para que no se perdiera el respeto.
Después le pedía perdón, le hacía ver lo que me obligaba a hacer por sus tonterías y en dos días se le pasaba el enfado y volvía a la cama.
Aquella noche no fue ni más ni menos: como siempre intenté que me guardara el respeto; pero… una mala caída o un golpe mal dado…no se movía.
Después me trajeron aquí.
Ya hace un rato que han hecho el recuento y nos han “clapao”.
Cuando me acuerdo de mi Antonia se me saltan las lágrimas.
Me duelen los huesos. Hace frío.




martes, 19 de octubre de 2010

EL HOMBRE DEL SALTO - Don DeLillo (Reseñas- 7 )




El día 11 de Septiembre de 2.001, en Nueva York, dos aviones de pasajeros fueron dirigidos hacia las “Torres Gemelas”, símbolo del poder económico del Imperio Norteamericano; al impactar contra ellas y destruirlas, provocando gran cantidad de víctimas, se produce un punto de inflexión en la historia de nuestro planeta. Dicho ataque, junto con otros intentos en paralelo, fueron atribuidos a Al Quaeda, una organización terrorista islámica.

Don DeLillo, es una autor norteamericano nacido en 1936 y que con un haber de dieciséis novelas- entre ellas “Ruido de Fondo”, “Libra”, “Cosmópolis” y la última “Punto Omega”-  ha conseguido ser considerado un cronista del hombre de finales del siglo XX e inicios del XXI; como en su día los fueron Faulkner, Dos Passos, o Hemingway.

Sobre el atentado del “11-S “ DeLillo devana una historia alrededor de su personaje, Keith Neudecker, quien emergió de entre los escombros con un portafolios en la mano, y volvió a la casa que compartía con su mujer antes de la separación de ambos.
Con un trazo brillante, se nos hace conocer todas esas dudas que una persona, renacida, alberga sobre todo lo que le rodea y fundamentalmente sobre sí mismo. Su comportamiento , de borrón y cuenta nueva, sus relaciones con su esposa e hijo, con sus amigos antiguos, su nueva relación con su diversión de manera profesional, el juego, etc... finalmente su aproximación a un alma gemela, la propietaria del maletín, dan un aire de renacer a toda una vida.
Todo lo anterior vivido en un sonambulismo y una situación de paranoia, que DeLillo nos refleja en el temor del hijo de Neudecker y sus amigos a “Bill Layton”-sonido similar al de Bin Laden- que les hace escrutar el cielo con catalejos esperando su vuelta, las inquietudes de su esposa sobre la memoria, la cotidianeidad que intenta establecerse de nuevo...y todo ello con la omnipresencia de lo que “un día pasó”.

DeLillo nos enfoca, sin dramatizar explícitamente ni haciéndonos dar vueltas sobre ello, una cuestión que sólo se analiza por sus efectos, pero no suele hacerse por sus causas. Únicamente a través de Martin, un amigo que suele estar de viaje casi continuamente, recibimos destellos de ideas que no pueden aparecer como discurso porque el americano medio no está preparado para iniciarlo siquiera.



domingo, 17 de octubre de 2010

MIGAS EXTREMEÑAS Pilar Bote (Recetas - 4)

  En esta ocasión,  os propongo  un plato típico extremeño: las migas.

Los ingredientes necesarios  son: pan, ajos, pimientos rojos, panceta, aceite de oliva, pimentón de La Vera ( dulce) y sal.

El secreto está en el pan, debe ser pan asentado del día anterior, (pan de miga). Aunque lo recomendable es cortarlo en láminas  muy finas  (de 2 a 3 mm) , lo práctico es meterlo en la picadora  y en  un, dos, tres…¡zas¡…pan listo. Una vez picado se  humedece ligeramente  pero sin que chorree.

En una sartén honda, se fríen en aceite de oliva, primero los ajos y los  pimientos,  después los torreznos. Se apartan y reservan. 
El aceite de freír sobrante se echa en un vaso (de los de Nocilla) y se rellena  hasta completarlo (un vaso de aceite  para unos 500 gr. de pan). Lo calentamos,  añadimos una cucharadita de  pimentón, sal y un vaso de agua. Una vez disuelta la sal, cuando empieza a hervir, se echa el pan .

A partir de ahí, removerlas,  de manera enérgica y constante hasta  conseguir una mezcla homogénea. Antes de apartarlas se añaden los ajos, pimientos y torreznos. Cuando estén sueltas, sin grasa,   bien doradas  ya están en su punto.

Lo suyo es comerlas recién hechas y si se acompaña de un vino de pitarra, tanto mejor.






viernes, 15 de octubre de 2010

ROBERTO ALCÁZAR Y PEDRÍN...OSTRAS (Cómics 1)

Ayer, paseando por Sevilla y curioseando en un kiosko me dí de bruces con una reedición de los tebeos de Roberto Alcázar y Pedrín. La nueva edición  respeta el formato de cuadernillo apaisado se vende como “edición fascimilar”, posiblemente las planchas sean las originales; pero lo que no es original es la edición en color - coloreado infame dicho sea de paso- y en tapa dura con seis tebeos por tomo.

Nacido en 1943, en plena II Guerra Mundial y en una España de posguerra y autarquía nuestro héroe resume los valores que constituyen el ideal español de la época, luchando sin cuartel, fuera de nuestro país por supuesto, contra el MAL; un mal que las policías extranjeras no pueden erradicar y han de recurrir a nuestro valiente periodista- así aparece en su primer episodio- quien siempre aporta la compañía de su fiel y simpático ayudante, sicario, subordinado Pedrín y va "desinfectado el mundo de malhechores".

Roberto Alcázar es el prototipo de caballero español, elegante, siempre con corbata, cuidadoso en su lenguaje y atuendo y Pedrín es de baja extracción, de ahí sus expresiones algo fuera de tono.
Con un dibujo esquemático y deprimente, unos fondos casi inexistentes y un maniqueismo de imágenes e ideas totalmente infantil- todos los “buenos” son apuestos, los “malos” tiene mal aspecto, llevan barbas, bigotes extraños, cabezas rapadas o no son occidentales- las historias nos hicieron recorrer el mundo venciendo a la ciencia representada por “sabios locos” y a todo criminal que quería “adueñarse del mundo”; resaltando siempre que “el criminal nunca gana”.
En un mundo en que las mujeres aparecen de manera tangencial, y sólo para "ser salvadas"de asechanzas nuestro personaje y escudero no dudan en engañar, golpear, torturar y saltarse cualquier tipo de ley, que dicen defender, con objeto de traer al “buen camino” al sinfín de facinerosos que aparecen como hongos, sin saber por qué ni de dónde. La enorme producción de una aventura a la semana obligaba a un sobrehumano esfuerzo de inventar malvados; las historias sobrevivieron hasta 1976...sobrepasando los 1500 episodios.
Leíamos sus historias con fruición, defendían los valores que había que defender, y tenían la ventaja de que sus cuadernillos eran “una aventura completa” , no teniendo que esperar a la semana siguiente para conocer qué nos reservaba el ...continuará y... se leían del tirón.

Lo malo es que aún hay muchos que creen que estamos, todavía, en los tiempos de Roberto Alcázar y Pedrín.

lunes, 11 de octubre de 2010

SAM FULLER: PRIMITIVO Y VISIONARIO Sergio Coello (Cine - 4)

Primeros pasos.-

Samuel Fuller nació en Worcester (Massachusetts) de unos padres que eran inmigrantes judíos (ruso y polaca) y que ─como tantos recién llegados a la “nueva tierra prometida”─ cambiaron sus apellidos originales por otro más sonoro y desapercibido, Fuller. Una forma como otra cualquiera de evitar preguntas incómodas sobre el propio origen.
El joven Fuller tuvo una temprana querencia por el periodismo; primero fue mensajero en la redacción de un diario y luego reportero de sucesos criminales en Nueva York. Sin duda, ese oficio le tuvo que poner en contacto con el lado turbio del alma humana; Ya saben, ese asunto del que prefieren no hablar los predicadores franciscanos y los revolucionarios creyentes. Durante los años treinta, Fuller también hizo de “negro” para guionistas de Hollywood aunque jamás sabremos a qué películas prestó su talento subterráneo porque siempre mantuvo una especie de ética individualista e incorregible que le impedía delatar a aquéllos que firmaron y cobraron la parte del león por sus guiones.
Movilizado durante la Segunda Guerra Mundial, Samuel Fuller participó en diversas operaciones de los aliados en África y Sicilia; incluso estuvo en el desembarco de Normandía. Pertenece, en fin, a esa clase de cineastas ─Wellman, Ford, Huston, Hawks─ que primero tuvieron muchas vidas diferentes en una sola y después se decidieron a contarlas todas en la pantalla. Naturalmente, ya pasadas aquellas imágenes épicas de juventud por el escepticismo que inevitablemente proporciona el paso del tiempo. Esta forma de hacer cine ha desaparecido prácticamente hoy porque corren tiempos en los que das una patada en el suelo y brotan un puñado de directores que han pasado, sin solución de continuidad, de la consola de videojuegos al plató de rodaje. Por poner un ejemplo, la visión que Sam Fuller tiene de la guerra, de cualquier guerra, ─cruel, violenta, desesperanzada─, y que tanta personalidad ha otorgado a sus obras bélicas, resultaría inexplicable sin su experiencia personal.
Algunas claves.-
Desde la primera película I Shot Jesse James, (Balas vengadoras, 1949) hasta la última La madonne et le dragon (1994), el cine de este director se ha distinguido por ese insistente empeño en construir su propio camino al margen de las cómodas autopistas previamente construidas y de los atajos tramposos que eligen los pillos. Traten el género que traten ─western, bélico, thriller─ las películas de Fuller se alejan por voluntad propia de los “terrenos trillados” y los personajes “fullerianos” se embarcan a menudo en viajes ─no sólo físicos─ que avanzan a través de ese territorio próximo y misterioso que es la mente humana. El caminante, por tanto, explora su propio interior, arriesgándose a afrontar los peligros que le acechan desde dentro y que se podrían resumir en la famosa sentencia sartriana ─vuelta del revés─ “el infierno somos nosotros mismos.”
El cine de Fuller tienen tanta fuerza visual que hasta su pesada carga ideológica ─fundamentalmente, en torno a la guerra fría entre Estados Unidos y el telón de acero o la depredación de los indios a mayor gloria del gran sueño americano─ acaban resultando pequeñeces frente a la grandeza de su arte. Quiero decir que la distinción entre la genial y compleja trama de los personajes y su escandaloso contenido político se disuelve en la nada en el mismo momento en que alguna de sus chicas rubias ─con tanto misterio como pasado, con tan escaso trasfondo social explícito como moralina bienpensante─ desabrocha sus piernas de par en par.
Encumbrado por muchos de los directores franceses de la nouvelle vague. Salpicado de maldiciones por los críticos sectarios de la izquierda española: “burro que veo, albarda que le pongo”; “burro que veo, albarda que le pongo”; “burro que…” y así indefinidamente. Inspirador de otra manera de hacer películas para directores actuales tan dispares entre sí como Jim Jarsmuch, Mika Kariusmäki, Quentin Tarantino o Martin Scorsese. Ése es Samuel Fuller. Y es que, a pesar de que murió hace ya unos cuantos años, su legado de creador combativo, aguafiestas y pasional, su herencia de agitador de esa comodona calma chicha políticamente correcta en la que se adormecen las buenas conciencias, sigue en pie a través de películas como Casco de acero, Bayoneta calada, Pick up on south street (Manos Peligrosas), La casa de Bambú, El quimono rojo, Run of the arrow (Yuma), Shock corridor (Corredor sin retorno), Verboten, Uno rojo, división de choque, Perro blanco y Les Voleurs de la nuit (Ladrones en la noche) por citar sólo mis favoritas entre más de treinta títulos.

viernes, 8 de octubre de 2010

MARIO VARGAS LLOSA Y EL NÓBEL (Ensayo - 6 )

La "Nueva Narrativa Latinoamericana," aparte de una maniobra editorial, sirvió para que una serie de autores de verdadera calidad literaria fueran conocidos por muchos lectores que, como yo, pensábamos que debía haber algo en el mundo literario distinto al franco-anglosajón. Ello nos permitió llegar a García Márquez, Vargas Llosa, Carpentier, Donoso, Cortázar, Uslar Pietri, etc y sus obras.
Mis lecturas, me aproximaron a algunos de dichos autores y hoy me desayuno con la concesión del Nóbel a Mario Vargas Llosa, autor de unos veinte libros, unas doce obras de teatro e innumerables artículos, unos de opinión otros sobre literatura, en múltiples foros de prensa y revistas.
Mi primera aproximación al flamante Nóbel fue a primeros de los 70 a través de un cuento: “Los Jefes”, en dónde descubrí un manejo del lenguaje, una elegancia, y un estilo que me pareció único en todo lo último que había leído; ello me hizo buscar con avidez otra cosa de él y encontré “Los Cachorros”, otro relato en donde la concisión y las características similares a las que en su anterior cuento me habían atrapado.
La lectura de “La Ciudad y Los Perros” me interesó, y sin dejar de mantener esa finura y ese estilo me pareció también más descriptiva, a la vez que más intimista y en donde la concisión empezaba a perder terreno.
“Conversación en La Catedral” es quizá la novela más redonda de Vargas Llosa y más lograda en esas conversaciones entre dos amigos en donde desgranan gran parte de esa historia de Perú que su autor quiere contar, vibrante en la historia, bella en su estilo, elegante y si perder la cara a lo concreto.
Creo que a partir de la anterior novela la prosa del Nóbel se va convirtiendo en, a fuer de intimista, en narcisista y si bien mantiene las constantes de estilo, uso del lenguaje y elegancia se pierde en un barroquismo inmóvil que hace que la trama de sus novelas se conviertan en tetrapléjicas historias en las cuales, hasta la última que he intentado leer, “La Fiesta del Chivo”, sacrifica el contenido al volumen y una verborrea de palabras y pensamientos inundan unos libros que no debiendo exceder de 200 páginas se convierten en más del doble.
Creo que Vargas Llosa es un excelente narrador de relatos, pero cuando intenta convertirlos en novelas, su frescura se pierde en divagaciones intimistas de los múltiples personajes que, para engordar la historia, se convierten en coprotagonistas a su pesar.

Pero yo no soy sueco, no voto para el Nóbel y nada más que por sus relatos iniciales se lo mereció...el resto, para mí, papel al peso.

miércoles, 6 de octubre de 2010

CALAMARES EN SALSA - Ana Rocío Cristóbal (Recetas – 3 )


Para hacer esta receta debemos contar con: unos calamares grandes, una cebolla pequeña, un ajo, tomate frito previamente, un vaso de vino, harina, aceite de oliva virgen, un limón, una guindilla, una hoja de laurel, orégano, albahaca, sal, agua, pimienta y perejil.

Se trocean los calamares a un tamaño grandecito, de 5 a 7 cm., se pican muy bien la cebolla, el ajo y la guindilla y se ponen aparte.

En una sartén , en dónde previamente se ha puesto a calentar el aceite de oliva, se echan la cebolla, y el ajo y se tienen al fuego fuerte alrededor de tres minutos, se agregan a continuación y se revuelven los calamares y el laurel, dejándoles rehogar más o menos el mismo período de tiempo.
Mientras, se exprime el limón y se pone en un vaso aparte.

Es el momento de añadir una cucharada de: harina, orégano y albahaca, junto con medio vaso de agua caliente, el vino, el tomate frito (dos o tres cucharadas), el limón, la guindilla, la sal y la pimienta y remover para que no se formen grumos; a continuación bajamos el fuego.
Tapamos la sartén y removemos, procurando que la salsa esté fluida, con el fuego suave.

Cuando veamos que la salsa toma consistencia, alrededor de ocho minutos, retiramos la hoja de laurel...y servimos en una fuente con el perejil espolvoreado por encima.

Recomiendo tomarlo con un vino blanco frío, a opción del consumidor.

lunes, 4 de octubre de 2010

OJOS AZULES CON TALENTO - Sergio Coello ( Cine - 3 )

Los ojos de Tony Curtis siempre quedaban subcampeones en los concursos de actores atractivos en aquellos torneos incruentos cuyo jurado estaba formado por las chicas que conocíamos. Ya saben, compañeras de clase, novias, hermanas y poco más. Se pusiera como se pusiera el guapo Tony, siempre le ganaba Paul Newman. Y es que Curtis tuvo la mala suerte física de ser una especie de media aritmética entre la mirada color cielo frío de Lancaster y la blandísima caída de ojos azul añil de Troy Donahue y Tab Hunter, que estaban a medio milímetro del icono gay. Luego, ya casi carroza, Curtis se quedó en una especie de zombi con botox y ahí acabó su carrera. Pero la verdad es que todo eso no es más que un racimo de estereotipos, tópicos de los que echamos mano para clasificar a los cadáveres ilustres como si fueran mariposas atravesadas por un alfiler, dentro del expositor.
Como la inmensa mayoría de las estrellas de Hollywood de aquella época, el que fuera marido de Janet Leight llegó hasta la pantalla ─y a los sueños húmedos de las espectadoras─ después de haber sido un chico malo en la calle y un héroe de la libertad durante la Segunda Guerra Mundial. No creo que haya otro famoso actor norteamericano que haya intervenido con papelitos secundarios en tantas obras maestras. Desde El abrazo de la muerte de R. Siodmak a Winchester 73 de Anthony Mann; de Espartaco de S. Kubrick a El último magnate de Elia Kazan.
Curtis pasará a las enciclopedias por su papel trasvestido en la genial Con faldas y a lo loco de Billy Wilder –de su beso a Marilyn Monroe (por necesidades del guión) diría luego que “había sido como besar a Hitler”─ pero yo le recordaré siempre por cuatro películas en las que demostró que en ese asunto mágico de la interpretación era uno de los grandes: Los vikingos , de Richard Fleischer, dándole réplica mucho más que digna a ese monstruo llamado Kirk Douglas ; Trapecio, de Carol Reed, montándose un triángulo en el aire lleno de erotismo con Lancaster y la Lollo; No hagan olas, de Alexander Mackendrick, haciendo de Cary Grant hasta en los gestos más desapercibidos y, muy especialmente, El estrangulador de Boston, también de R. Fleischer, donde daba cuerpo y alma al asesino de ancianas Alberto di Salvo, uno de los más prodigiosos y temibles “serial killers” de la historia del cine. Y de la vida real
Descanse en paz Tony Curtis si es que las ángelas del cielo o las diablesas del infierno se lo permiten.

viernes, 1 de octubre de 2010

CATEDRAL - Raymond Carver (Reseñas - 6 )

En Catedral, Carver toma el testigo de los grandes autores norteamericanos de relatos, desde Poe, Bierce, Hawthorne, James, pasando por Faulkner, Hemingway, etc siendo sus narraciones sobre personajes comunes, hechos cotidianos y, sobre todo, sobre cuestiones y problemas del día a día.
Pero sus personajes no son tan corrientes, salvo que asignemos esa expresión a :alcohólicos, drogadictos en período de desintoxicación, familias desestructuradas o afectados sobre hechos que los conmocionan.
Tampoco se refiere, en sus historias, a sucesos extraordinarios sino vividos como consecuencia de la crisis de los años sesenta y setenta en su país.
Son dignos de mención el relato sobre el pastel de cumpleaños y el que da título al libro; siendo este último de una poesía indudable.
Carver es un buen escritor, sucinto, claro y directo con un uso del lenguaje más que bello y certero. Simplemente sus relatos ,todos, tienen un poso de desesperanza, reflejo del pesimismo de una sociedad herida en sus valores y orgullo.