miércoles, 11 de mayo de 2016

LA ESPERA (Relatos 38)



El hombre llegó temprano, las mesas en la terraza de la cafetería llevaban poco tiempo puestas y algunas, junto a sus sillas, estaban aún apiladas. Eligió una mesa lateral y tomó asiento. El hombre no era alto ni bajo, tampoco su delgadez o gordura podrían definirlo, quizá como única característica la parka color ala de mosca que vestía.
Tras unos minutos, se aproximó un camarero.
-¿Qué le sirvo, señor?
-Estoy esperando, le pediré más tarde si no le importa.
El mozo se retiró y continuó distribuyendo mesas.
Transcurrido un largo rato
-¿Puedo traerle algo ya, señor?
-Sigo esperando- contestó de nuevo el hombre.
El camarero, algo amoscado, se alejó en dirección al interior de la cafetería en dónde los clientes a desayunar acaparaban su atención.
El hombre que se acercó a la mesa era ostensiblemente grueso, movía sus ojos en todas direcciones y se cubría con una gabardina clara hasta los pies.
-Perdón,¿usted también la espera?
Sin pedir permiso se sentó a la mesa frente a “Parka” quien tras mirarlo con reticencia decidió ignorarlo.
-Perdón...perdón, señor...¿también la espera, verdad?- inquirió ansiosamente “Gabardina”
-Sí- respondió “Parka”ante la insistencia del otro.
-La ha visto alguna vez?- reanudó el gordo.
-No lo sé...creo que alguna vez pero...como a través de un espejo- contestó displicente “Parka” a la vez que se sumergía en su estado de concentración vigilante.
De nuevo el camarero se aproximó
-¿Van a tomar algo los caballeros?- inquirió
-Un café largo, con la leche tibia y una copa de coñac- pidió “Gabardina” vehementemente.
-Tráigame un café bien caliente- ordenó “Parka” al sentirse liberado, por su compañero de mesa, de la plena atención.
El mozo tomó nota y se marchó.
La mirada de “Gabardina” recorría ansioso los rostros de quienes se aproximaban y alejaban de la cafetería a la vez que movía, negativa e imperceptiblemente, la cabeza.
-¿Cómo sabe que vendrá aquí?- preguntó, de nuevo, “Gabardina”. -Qué estúpido, se respondió, lo mismo que yo. Todo el mundo lo debe saber, solo que... no podrán venir, musitó.
El camarero trajo lo solicitado, dejó la nota y se marchó.
“Parka” continuó, tras tomar su café en un instante, sumido en su actitud vigilante.
“Gabardina” tomó su café lentamente para, a continuación, beber el coñac de un trago.
-¿Lleva mucho tiempo esperando?- dijo “Gabardina”
-Sí- contestó“Parka”
-¿Pero...vendrá?
-No lo sé.
-¿Cómo...la conoció?
-¿Importa eso mucho?- restalló “Parka”exasperado.
-Perdón...perdón...quizá soy algo indiscreto.
Gabardina puso expresión de perro apaleado y Parka se encerró en su mutismo.
El silencio se apoderó de la mesa y el tiempo transcurrió sin pausa.
-Perdón, caballeros, ¿me pueden abonar la nota?. Termino mi turno- rompió la burbuja el camarero.
Ambos observadores abonaron, estrictamente cada uno, su consumición.
La tarde fue avanzando.
-¿Cree que vendrá?- suspiró Gabardina.
-¿Quiere dejar de hacerme preguntas?, sé tanto como usted- fue la desabrida respuesta de Parka.
El silencio conquistó la mesa y el espacio que la rodeaba a la par que las luces que se iban encendiendo mostraban la otra cara de la ciudad.
-Hoy ya no vendrá- exclamó Parka, al tiempo que se levantaba. Seguidamente abandonó la terraza y desapareció entre los transeúntes.
A Gabardina una lágrima le resbaló por la mejilla y tras dejar su asiento emprendió de nuevo el camino hacia ninguna parte.


1 comentario:

  1. Desde que lo leí hace varios días intento sacar el sentido a este relato que, de puro negro, es abismal. Seguramente al no ser ducha en la materia, mi inexperiencia me lleva a pretender tal vez esa llegada de "algo-alguien" inalcanzable, como es la comprensión de lo que está fuera de mis límites.
    De todos modos, es un relato inquietante y algo maquiavélico puesto que deja al lector... bueno a la lectora en este caso, todavía esperando esa llegada tenebrosa y sin nombre.
    Sí, hay algo en él que me conforta y alienta: esa lágrima perdida, como todo. Tal vez, lo único auténtico.
    Enhorabuena.

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