domingo, 10 de agosto de 2014

EL TIEMPO DE LA BRUJA Arni Thorarinsson (Reseñas 46 )



Los autores de novela negra islandeses que conozco no son muchos, sólo he leído a Arnaldur Indridason y al autor que comento.
El personaje, Einar, un periodista en período de abstinencia alcohólica ha sido destinado por su empresa “el Vespertino” al norte del país con el intento de “expandir el negocio” y por tanto informar sobre los hechos mas relevantes que se produzcan en Acureyi.
Los sucesos, en un pueblo que empieza a entrar en un proceso de crecimiento económico gracias a inversiones y mano de obra foránea, pueden ser : una reunión política de información para una próximas elecciones, las peleas de fines de semana entre inmigrantes o entre inmigrantes y vecinos, la desaparición de un perrito y su recuperación, las “preguntas del día” que a veces obtienen respuestas poco edificantes, el accidente de una empresaria en una excursión al lago próximo o el hallazgo de un cadáver a medio calcinar en un vertedero.
Algunas de las citadas informaciones exigen de Einar y Jóa, su compañera fotógrafa, una dedicación mas intensa que les obliga a recabar información de unas fuerzas vivas de la ciudad que no desean que la placidez de que gozan se vea alterada por informaciones sensacionalistas y “de mierda” de la prensa de Reikiavik.
La historia está muy bien narrada y sus personajes son creíbles, si bien la abundancia de nombres de grafía algo complicada distrae sobre la acción, la trama está bien llevada  con una intriga adecuadamente dosificada que nos atrae suavemente sin soltarnos hasta el final.
El autor en su novela derrocha ironía, para mí comparable a Leif W. Persson, otro autor nórdico poco conocido pero que capta incondicionales, y la mezcla de frases, letras de canciones y poemas le aporta una frescura y luminosidad de la que carecen otras novelas de autores bálticos.
Todo lo anterior hace que recomiende “El tiempo de la bruja”; del mismo autor hasta la fecha sólo se ha traducido y editado en castellano otra novela, “El domador de insectos” en la que repite los personajes principales.

Recomendable poner un índice de personajes antes de empezar la acción.

sábado, 2 de agosto de 2014

UN JARDÍN ENTRE OLIVOS Juan Eslava Galán (Reseñas 45)

                                 

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   Antes de que Silver Kane fuese Francisco González Ledesma y “Selecciones de Reader Digest” nos abreviara la literatura existente, existía una revista, llamada “Mecánica Popular”, cuyo lema era “Instruir deleitando”.

·     Yo aplicaría el lema de la susodicha revista al libro con que Juan Eslava me ha instruido y deleitado y al que intentaré aproximarme desde mis límites en la escritura.

·        En la línea de los viajeros que “descubrieron España para los españoles” en el siglo XIX: Washington Irving, Jorge Borrow, Richard Ford y más tarde en el siglo XX Camilo José Cela; Juan Eslava Galán, autor de una calidad suficientemente contrastada, se recrea en mostrarnos la historia de España a través de su producción olivarera de la mano de Masaru Saito, un japonés comisionado por su empresa para localizar a un antepasado del director.

·        Con una prosa que engancha, como es habitual en él, Eslava nos hace acompañar a Masaru por unas y otras comarcas, pueblos y alquerías en su misión y nos va instruyendo a la vez de: las distintas especies de olivo existentes, sus cualidades organolépticas, rendimiento oleícola, beneficio para la salud, procedimientos de extracción a lo largo de la historia y las distintas anécdotas, poemas chistes, dichos y costumbres que caracterizan cada rincón de nuestro país.

·        Impagables las fotos, pie incluido, con que acompaña muchas de sus descripciones como alguna de las imágenes de actrices de moda en sus tiempos mozos.

·        Somos muchos los fieles que seguimos a Juan Eslava en su recorrido literario, lo mismo en sus novelas como en sus ensayos de índole histórico sociológico y he de decir que en ninguno de los géneros defrauda.

·        El humor socarrón con que impregna su literatura y su estilo ameno y próximo hace que cualquier libro, por él escrito, sea una garantía de pasar un agradable rato de lectura, que al fin y a la postre, es de lo que se trata.


domingo, 27 de julio de 2014

TRILOGÍA DE ARGEL Yasmina Khadra (Reseñas 44 )

                     


                          Los momentos mas grandes de  nuestra vida
                          son aquellos en que por fin tenemos el valor de                                     declarar que el mal que llevamos en nosotros
                           es lo mejor de nosotros mismos.
                                                                                                                                                                                              Nietzsche




Brahim Llob es un policía que escribe novelas de detectives, para él es normal; para sus superiores: molesto, insultante, bazofia y otros apelativos "favorables".
Brahim Llob, tiene una obsesión personal fundamental, llegar vivo al día siguiente.
El inspector, creado por el autor argelino que utiliza el pseudónimo de Yasmina Khadra, es el personaje principal de la llamada “Trilogía de Argel”, que recoge: “Morituri”, “Doble blanco” y “El otoño de las quimeras”.
Un personaje tierno e incorruptible que sueña con una Argelia de su infancia ya irrecuperable. Aquella en que no era un objetivo de la lucha hegemónica en África y en que sus riquezas naturales no estaban “puestas en valor” por la “civilización occidental”.
Viviendo solo, alejada su familia por la amenaza del terrorismo y temiendo cada día una bomba bajo su coche o ser acribillado en la calle, Llob lucha por resolver crímenes enmascarados bajo el manto del terrorismo y que, levantado este, muestran el insaciable peso del poder en las instituciones y la sociedad.
Retratos de una gente que se ve zarandeada por algo que no entiende y que se ve impelida a huir de su casa, de su barrio y de su pueblo por un terror ciego e irracional, pero dirigido. 
Deja un sabor amargo la lectura de la “trilogía”, Khadra consigue encoger los corazones, incluso de los habituados a “la negra”, y despertar muchos interrogantes extrapolables a situaciones semejantes en otros lugares.
Yasmina Khadra, uno de los autores mediterráneos contemporáneos, a tener muy en cuenta, que entrelaza su gastronomía con una narrativa fuerte y dotada de todos los sabores con que el crimen se puede aderezar.


sábado, 26 de julio de 2014

JOHNNY WINTER Música 2

A lo largo de la vida cada uno construye sus mitos, reales o de ficción. 
Estos últimos suelen sobrevivir a quienes los crearon: “Long John Silver”, “Frankestein”, “Spirit”, “Philip Marlowe”, “Don Quijote y Sancho”…y forman parte del acervo cultural que se comparte con otras personas.
Los mitos reales o son de otra época o son coetáneos y ,como los anteriores, son compartidos por almas mas o menos curiosas e inquietas y a veces su proximidad física contribuye a su mitificación
.El pasado 16 de Julio, desde  Zurich supimos que Johnny Winter, “el albino de oro” ya no volveremos a verlo como aquellos afortunados que sí lo hicieron- el pasado mayo- en: Bilbao, Barcelona, Madrid o Palma de Mallorca.
El mayor de los Winter, nacido en Leland, Mississippi en 1944 ha dejado la guitarra del blues y ahora anda de nuevo “on the road” en otros caminos menos agotadores y mas generosos; posiblemente su trabajo sea reconocido en algo mas que ser el “sexagésimo tercero” mejor guitarrista de la historia.
Desde 1959, grabó su “School Blues” en Texas, Johnny Winter quiso hacer “blues” y para ello bebió en las fuentes de los “bluesmen” de color: Muddy Waters, John Lee Hooker, y bluesmen texanos a quienes homenajeó en persona en alguna de sus actuaciones.
Algunos intérpretes de color, B.B. King, entre ellos, han agradecido a los músicos blancos: Eric Clapton, Jeff Beck, Van Morrison, Winter…el enorme esfuerzo para recuperar una música, su procedencia la condenaba en su país de origen, y que ha conseguido ser reconocida como muy valiosa música popular con raíces afroamericanas.
Las influencias del Blues en el Rock´n´Roll ocuparía todo un grueso libro.
Participante en todos los conciertos posibles a lo largo de los 70: Newport, Texas, Atlanta, Woodstock…su adición a la heroína lo retiraría durante mas de un año- entre 1971 y 1973- para su desintoxicación; si bien volvió con nuevos ímpetus a grabar.
De sus discos: “Johnny Winter”, “Second Winter”, “First Winter”, “The Johnny Winter Store”, “Johnny Winter and live”, “Shall alive and well”, “Saints and sinners”, “Captured Live!”, “Nothin’ but the blues”…ninguno superó el vigésimo segundo lugar- obtenido en 1978- entre los mas aceptados; la oscuridad se cerró sobre él a partir de entonces.
Su regreso en 1984, junto con el revival del blues, lo vuelve a colocar en los circuitos especializados, giras reducidas y conciertos hasta hoy.
Su presencia en distintos festivales: “Crossroads” con Clapton, Beck y otros nos ha permitido disfrutar de un magnífico bluesman, su voz hiriente y agresiva y unos sonidos obtenidos a su guitarra de doce cuerdas de profunda maestría nos han dejado hasta siempre.
Uno más de los mitos de la música: Janis Joplin, Jimi Hendrix, John Lennon…que ya no comparten nuestra singladura.

Quedan para el recuerdo sus versiones de: “Leland Mississippi Blues”, “Bony Moronie”, “Roll with Me”, “Rock & Roll People”, “Higway 61 Revisited”, “Jumpin’ Jack Flash”…  

miércoles, 23 de octubre de 2013

LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL INFIERNO Carlos Pérez Merinero (Reseñas 43)


José Mari, para su familia y amigos, estos últimos no demasiados, es José María Castañeda, un chico de buena familia de Salamanca y lo que hoy sería llamado “un emprendedor”.
José Mari tenía claro que no iba a ejercer una profesión en donde tuviese un jefe y un horario, cosa de mediocres, y convenció a su padre por el procedimiento de “ser tomado por imposible” para no ser un  universitario.
Nuestro personaje busca tener una buena casa en el campo, criar animales en la finca y vivir allí con su novia Lola, un encanto de chica que él quiere y sobre la que abriga las indudables esperanzas de que con ese futuro ella no pondrá reparos al matrimonio.
Pero no todos entienden a José Mari: su padre, que afortunadamente “la espicha” cuando conocemos al protagonista, su “desconsolada” madre, su inaudible y babeante abuela y sus “invisibles” dos hermanas; menos mal que existe una persona que sí lo entiende y que gracias a sus recomendaciones y consejos resuelve las dudas, pocas, que le surgen, su “otro yo”.
Con un lenguaje duro y cruel, sin concesión alguna, Pérez Merinero nos cuenta una historia que paulatinamente va elevando el ritmo en busca de un clímax que no tiene nada que envidiarle a Jim Thompson.
Un personaje “border line”, que no encuentra objeción en la búsqueda de lo que desea, el resto que le rodea existe o no en función de facilitar o ser obstáculo en la consecución de sus fines, los lectores vamos escoltando al monstruo creado por Merinero hasta donde somos capaces de seguirlo. El pacto de ficción es fuerte, los escrúpulos se quedan aparcados ante una galería de retratos de Gutiérrez Solana que, en continuo movimiento y rompiendo a ratos en un crudo humor negro, nos hacen descubrir que lo irreal deviene en real.
Todo con una prosa simple, poco sujeta a diálogos y sí sometida a las reflexiones que el protagonista comparte con nosotros.
Carlos Pérez Merinero  nació en Écija (Sevilla) hace sesenta y tres años y falleció en Madrid el año pasado, acontecimiento que pasó casi desapercibido.
Para mí forma parte de la nómina de los autores malditos españoles de novela negra.





lunes, 2 de septiembre de 2013

SANTIFICAR LAS FIESTAS (Relatos 33)

                                               
Se sentía cansado, y en el silencio se oía la voz del sacerdote que dedicaba su homilía a “el hijo pródigo”, historia oída infinidad de veces y que le inducía al sopor.
Sus pensamientos le llevaron a otros: ¿desde cuando asistía con asiduidad a misa?; recordaba su infancia, sus padres: iba con ellos, de la mano, tomaban unas sillas a la entrada y él ser sentaba cuando todos lo hacían y se levantaba o arrodillaba a la par que ellos; le habían enseñado a “signarse” y “santiguarse”, maneras de poner la mano sobre sí mismo: su frente, sus labios, su pecho, ignoraba para qué.

Mas tarde aprendió de una manera mecánica y repetitiva una serie de preguntas y respuestas que antes de conocer su significado real le sirvieron para “hacer la primera comunión” y tener “sentido del pecado”.
La asistencia, con sus padres tenía un componente lúdico- salir toda la familia junta- pero pasó a convertirse en “precepto” a cumplir so pena de pecado mortal y el hábito se convirtió en obligación.
Ir con los amigos los domingos era uno de los pocos hechos sociales a que asistía; quedar con ellos, antes o después de misa, para ir acompañado en un caso o tomar el aperitivo después. Con el tiempo se convirtió, casi sin darse cuenta, en un punto de encuentro-en lugares mas o menos próximos- con personas que: por edad, afinidad, profesión, relaciones creaba un nexo de reconocimiento en diversos lugares.
Acompañado de sus hijos y esposa continuó la tradición y cuando aquellos volaron solos y ella falleció, la inercia le empujaba uno y otro domingo.

La obligación volvió a sus orígenes y se convirtió en costumbre- el oficiante pasó de estar de espaldas a los fieles y hablar en latín a mostrar, continuamente, su rostro a las ovejas  hablando la lengua común- todas las historias que los distintos párrocos, coadjutores y predicadores habían contado antes en púlpitos, después las exponían junto al altar- en el lado de la epístola- y él las oía repetidas sin cesar desde la infancia. Hierático permanecía oyendo en silencio, pero nada de lo que oía, ya fuese admonitorio, reflexivo, conciliador o tonante extraía de él la menor respuesta. No se sentía parte del grupo que lo rodeaba y no entendía qué le unía a aquella gente; se mostraba inmóvil o cambiando de posición pero ajeno a todo aquello que formaba su mundo alrededor.

Trabajosamente se levantó y ayudado por su bastón, lenta y silenciosamente, se dirigió a la salida.


domingo, 25 de agosto de 2013

ANSELMO (Relatos 32)


Anselmo siempre había creído en la vida eterna; mejor dicho creía en la VIDA ETERNA- con mayúsculas- y toda su vida estaba orientada hacia ella.
Desde que dijo por primera vez: “creemos ...y en la vida eterna, amén” descubrió que ese acto de fe iba a marcar la trayectoria de su vida y que no sería feliz mientras no accediese a la vida eterna.
Por ello no se sorprendió al encontrarse ante un señor mayor, calvo, entrado en carnes, vestido con una túnica  inmaculadamente blanca y de cuyo cinturón colgaba un inmenso aro del que pendían innumerables llaves. El citado caballero, se encontraba ante una puerta, de cuarterones blancos reluciente cual recién pintada, dando toda la impresión de que su misión era custodiar su acceso.
Anselmo no se planteó la prosaica pregunta de qué hacía él allí a sus treinta y nueve años y por qué causas había sido citado a comparecer ante el “guardián”; era tal su obsesión, sana como todo lo que había hecho en su vida, que veía la VIDA ETERNA al alcance de la mano.
Se identificó y el “gordito” le abrió paso no sin antes pulsar un timbre. Al instante aparecieron dos jóvenes cuya túnica mostraba un poder de blancura desconocido para Anselmo; y eso que él se ufanaba de conocer los blancos “nucleares” de la publicidad. Fue escoltado hasta una especie de barracón en dónde le suministraron su correspondiente túnica y unas sandalias, algo antiguas le parecieron, pero daban el avío.
Anselmo se encontró, de inmediato, solo y se puso a pasear por aquel lugar silencioso y atractivo.
Se cruzó con algunos paseantes, todos con sus túnicas impecables, de ambos sexos y todos mostraban un rostro asombrado pero daba la sensación de ser el aspecto habitual y él se preguntó si también tendría “cara de asombrado”. Le pareció que progresaba en su paseo cuando comenzó a ver que alguno de los paseantes llevaban unas simpáticas alas recogidas en su espalda; consideró inoportuno fijarse demasiado y prosiguió en su caminar.
Observó que un grupo de unas doce o catorce personas, con instrumentos musicales rodeaban a otra que marcaba una especie de compás. Tomó un instrumento se sentó junto a ellos y comenzó a tañirlo era...una lira o un cítara, pero no parecía difícil tocarlo y con una cierta rapidez- es necesario hacer notar que los conceptos “lentitud o rapidez” no tienen sentido alguno en el lugar dónde Anselmo estaba- se empezó a detectar una cierta ilación entre los sonidos que obtenía y los que sonaban en conjunto.
Empezaba a tomarle gusto al asunto cuando “el gordito” le tocaba en el hombro.
-        Disculpe, creo que se ha cometido un error y está aquí en lugar de otra persona.
-        ¡Pero hombre! ¿Y ahora qué pasa ?
-        Simplemente volverá al lugar de dónde ha venido y no recordará nada.; pase por vestuario le devolverán su ropa y entregará el uniforme de bendito.

Anselmo se encontró en el cuarto de baño de su casa, sentado en el retrete y con el vientre algo revuelto. Meditaba, en semejante postura, y se preguntaba si realmente sería tan interesante la vida eterna llegando a la conclusión de que podrían haber otras cosas interesantes en la vida.
Dos años más tarde, Anselmo aprobaba, con sobresaliente, la oposición a primera cítara en la Banda Municipal de Música de San Martín de los Vueloaltos.