Si nos aproximamos a la actual literatura negro-criminal anglosajona o influenciada más directamente por ella se detecta un desarrollo, quizá excesivo, de novelas cuya trama se circunscribe a asesinos o criminales en serie.
¿Qué característica común encontramos? Todo el mundo está expuesto a ser asesinado; el criminal es un psicópata y la lógica que rige sus delitos, horripilantes todos, es desconocida siendo labor de la investigación identificar la razón de los mismos.
Llegado hasta aquí se me ocurren las cuestiones:
¿Se está tratando de convencer a la sociedad de que toda ella está expuesta al crimen indiscriminado?.
¿Hasta dónde son conscientes los autores de la deriva de su novelística?
Creo que ahí está una de las claves a considerar en el género de procedencia o influencia antes citadas. Establecer como normal una sociedad aterrorizada en que la desconfianza sea el eje de una relación puede considerarse como un trasunto, bajo metáfora en la novela de género, del fenómeno terrorista.
Se produce un giro de ciento ochenta grados en el enfoque de la novela criminal o negra clásica; el poderoso deja de estar en el punto de mira del autor, cuestión que Hammett, Chandler, o MacDonald, etc. tenían bastante detectada y analizada en su sociedad, con conflictos no muy distintos de los actuales, y su novelística denunciaba la vigencia de la injusticia.
Con este nuevo enfoque es toda la sociedad, independientemente de su comportamiento ético o moral, la que está en el punto de mira de una mente criminal que actua de una manera errática e indiscriminada.
Cultivar una sociedad aterrorizada, que por una cantidad desconocida de seguridad es capaz de sacrificar grandes dosis de libertad, permite que florezca con fuerza el fantasma del autoritarismo, “por el bien de todos”.
Otra novelística- dentro del género- latinoamericana, europea continental, asiática e incluso africana va por derroteros (bandas, sicarios, xenofobia, explotación, racismo...) que no por recorridos con anterioridad dejan de ser actuales, en dónde la codicia y el poder, en todas sus manifestaciones, sigue formando parte de las sociedades más o menos desarrolladas.
Como vemos ambas pertenecen al género de la literatura criminal pero con diferencias considerables.
En ambos casos estamos hablando de un fiel reflejo de la sociedad. Un pueblo que vive con miedo bajo amenaza de muerte confiado en un poder donde el fin siempre justifica los medios.Francamente, escribimos lo que vivimos.
ResponderEliminarA mí me desagradan las novelas de malos psiquiátricos, y folclóricos. Me
ResponderEliminarestremecen más las historias de violencia y daño en personas más normales o en situaciones más cotidianas ..