Cuando Pierre Anthon descubre que la vida no importa y que toda ella es un sinsentido, se sube a un ciruelo y desde sus ramas lanza “ciruelazos” físicos y psíquicos sobre sus compañeros de séptimo A del colegio de Taering, un pueblecito de Dinamarca.
Janne Teller escribe para adolescentes un cuento nihilista y sus lectores han de preguntarse si realmente son los adolescentes sus destinatarios.
Magistralmente narrada por Agnes, uno de los personajes, vamos conociendo como Pierre Anthon va obsesionando a todos y cada uno de sus compañeros y lo que se inició con el aspecto de una “boutade” se convierte en una carrera mental y, lo que es peor, incontrolada hacia la tragedia.
La necesidad de buscar un significado en la vida de cada uno de los chicos, intentando demostrar a Anthon que sí tiene sentido, transcurre, en un crescendo, de un pequeño sacrificio de objetos más o menos valorados a la imposición por la violencia de la ofrenda de “significados” .
La crueldad se va abriendo paso entre un grupo de niños de catorce años hasta límites que no por insospechados dejan de ser plausibles.
Aquel que descubre las vergüenzas y abre los ojos a la realidad es arrollado por los vientos de una Caja de Pandora, abierta sin posibilidad de cierre.
Con un lenguaje pulcro, la autora mantiene el ritmo y sus personajes son descritos con pinceladas; todos deambulan en un mundo de adultos, estos últimos ausentes y sólo mostrados como un fondo nebuloso que simboliza un castigo sin aportar valores que a los chicos les supongan algo.
Un cuento que yo recomendaría leer sin limitaciones de edad.
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