Parece que hay un cierto acuerdo en que la novela criminal se inicia en abril de 1841, cuando en “The Graham´s Lady´s and Gentlemen´s Magazine” Edgar A. Poe nos presenta al caballero C. Augusto Dupin que inicia la investigación de “Los Crímenes de la Rue Morgue”.
Las características que la define son: que es un relato de ficción y que existe un hecho criminal que constituye el centro del mismo.
Quedan fuera de esa denominación, según los estudiosos del género, historias que se remontan a Vitrubio, y que incluso en Hamlet, El Quijote, etc se narran sucesos delictivos que aparecen de manera tangencial en la trama .
Tampoco consideran pertenecientes al género: “Las Memorias de Vidocq”, “La Biografía de Al Capone” o “Las Revelaciones sobre la Mafia” de Valachi; todo ello porque constituyen hechos reales.
El crimen como concepto es el resultado de una conducta delictiva, luego no es necesario que se produzca la eliminación por medios violentos de ningún personaje.
Los criminales pueden serlo de manera accidental o que ello sea su actividad (Moriarty, Fantomas, Ripley...). Hasta finales del siglo XX no empiezan a aparecer los “asesinos en serie” que tanto juego están dando a determinados autores.
Como resumen podemos decir que una novela criminal es una narración de ficción cuyo centro lo constituye un hecho delictivo.
Podemos avanzar algo más y llegar a la conclusión de que la narración no expone, simplemente, el delito, sino que lo persigue; ya sea como un juego de investigación-resolución de un enigma o como una persecución física, psicológica, social...etc del delincuente por parte del investigador.
Continuará...
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