Un sonido rítmico se oía muy cercano, parecía proceder de su interior, era como un golpeteo de cascos de caballo sobre una superficie blanda.
El galope lo acorralaba y se encontraba como en el interior de una campana de fieltro; de tal modo que :surgía, chocaba contra las paredes y ese choque era amortiguado en sus oídos. Intentó ignorarlo o , al menos, reconocerlo y descubrió que el ritmo pasaba a ser más pausado, se reducía su clamor y creyó percibirlo como un tic-tac humano; un tic-tac que lentamente se iba transformando en el latir de su propio corazón.
Trató de encender la luz, de nuevo, y sintió una mano que , con cuidadoso esmero pero con firmeza, sujetaba su brazo y lo volvía a colocar en la posición de donde lo movió.
Sentía un dolor difuso en su zona lumbar, un dolor que se extendía también ,tenuemente, a su pelvis. En la silenciosa oscuridad en que aún se encontraba percibía un gemido ahogado e intermitente exhalado por una garganta muy próxima a él, ¡era él mismo quien se quejaba!
- Parece que está despertando. Creyó oír entre sueños a una voz femenina.
- Revise la dosis del analgésico, parece que tiene algún dolor. Ya se puede dejar entrar a algún familiar; pero sólo un momento. Le respondió una voz masculina.
Transcurrió un tiempo: ¿un minuto,una hora?, durante el cual se hundió una y otra vez en un suave sopor sintió un beso en la frente y una mano que se posaba suavemente en una de las suyas.
- ¿ Qué tal , doctor, cómo está?
- Bien, ahora sigue bajo los efectos de la anestesia y va despertando poco a poco; en una hora podrá pasar de nuevo y lo encontrará despierto.
- ¿ Y la operación, cómo ha ido?
- Bien, no se preocupe. Ha sido larga pero ha ido muy bien. Ahora mismo (…) dejarlo descansar y(...) demasiado consciente (...)
Hablaban de él y el sonido de la conversación se fue alejando mientras se sentía caer , de nuevo, en un sueño reparador.
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