El día 11 de Septiembre
de 2.001, en Nueva York, dos aviones de pasajeros fueron dirigidos hacia las
“Torres Gemelas”, símbolo del poder económico del Imperio Norteamericano; al
impactar contra ellas y destruirlas, provocando gran cantidad de víctimas, se
produce un punto de inflexión en la historia de nuestro planeta. Dicho ataque,
junto con otros intentos en paralelo, fueron atribuidos a Al Quaeda, una
organización terrorista islámica.
Don DeLillo, es una
autor norteamericano nacido en 1936 y que con un haber de dieciséis novelas-
entre ellas “Ruido de Fondo”, “Libra”, “Cosmópolis” y la última “Punto
Omega”- ha conseguido ser considerado un cronista del hombre de finales
del siglo XX e inicios del XXI; como en su día los fueron Faulkner, Dos Passos,
o Hemingway.
Sobre el atentado del
“11-S “ DeLillo devana una historia alrededor de su personaje, Keith Neudecker,
quien emergió de entre los escombros con un portafolios en la mano, y volvió a
la casa que compartía con su mujer antes de la separación de ambos.
Con un trazo brillante,
se nos hace conocer todas esas dudas que una persona, renacida, alberga sobre
todo lo que le rodea y fundamentalmente sobre sí mismo. Su comportamiento , de
borrón y cuenta nueva, sus relaciones con su esposa e hijo, con sus amigos
antiguos, su nueva relación con su diversión de manera profesional, el juego,
etc... finalmente su aproximación a un alma gemela, la propietaria del maletín,
dan un aire de renacer a toda una vida.
Todo lo anterior vivido
en un sonambulismo y una situación de paranoia, que DeLillo nos refleja en el
temor del hijo de Neudecker y sus amigos a “Bill Layton”-sonido similar al de
Bin Laden- que les hace escrutar el cielo con catalejos esperando su vuelta,
las inquietudes de su esposa sobre la memoria, la cotidianeidad que intenta
establecerse de nuevo...y todo ello con la omnipresencia de lo que “un día
pasó”.
DeLillo nos enfoca, sin
dramatizar explícitamente ni haciéndonos dar vueltas sobre ello, una cuestión
que sólo se analiza por sus efectos, pero no suele hacerse por sus causas.
Únicamente a través de Martin, un amigo que suele estar de viaje casi
continuamente, recibimos destellos de ideas que no pueden aparecer como
discurso porque el americano medio no está preparado para iniciarlo siquiera.
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